También, se evitaría la presencia de enfermedades como amibiasis, parasitosis, hepatitis A y otras complicaciones causadas por el consumo de agua usada para el desagüe de desechos.
De esta manera, el uso de sanitarios secos se proyecta como una alternativa de higiene y manejo de residuos biológicos para poblaciones rurales, en las que es compleja la llegada de sistemas de alcantarillado.
Así lo muestra un estudio realizado con 15 núcleos familiares en la vereda San Miguel, en el municipio de Mesitas del Colegio, donde la cobertura de alcantarillado llega al 47 %. El proyecto fue adelantado entre la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Distrital e investigadores independientes.
Según la investigación, si la población adoptara esta estrategia sanitaria, el ahorro estimado de agua sería de más de 580.000 metros cúbicos, que equivalen a más de 600 millones de pesos. Adicionalmente, los costos de construcción y operación del sanitario representarían un ahorro del 25 % y el 33 %, respectivamente, en comparación con un sistema convencional.
“El uso de las fuentes hídricas para el desagüe genera un ciclo vicioso, pues esta agua podría ser también para consumo humano y las bacterias, gérmenes y sustancias químicas recirculan por los intestinos. En el suelo, la contaminación es baja por la eliminación de gérmenes y el aprovechamiento de la tierra”, señala el profesor Juan Carlos García, miembro de la investigación y del Instituto de Salud Pública de la U.N.
El sanitario seco es un sistema de eliminación de excretas que no necesita agua y a partir del cual se puede obtener abono orgánico. Esta iniciativa plantea el uso de dos cámaras alternas: una que utiliza la gente para hacer deposición y un depósito en el que caen los desechos.
“En este último, se acomoda una tolva de más o menos un metro cubico de capacidad. Ahí se dispone una cama de aserrín, material vegetal, desechos y cal viva para eliminar los olores”, añade el profesor César García, quien formó parte de este trabajo de investigación junto con la investigadora Martha Lucía Vaca.
Según cuenta el académico, luego de dos o tres meses, la tolva es remplazada. La utilizada llega a un punto en el que se hace el compost, el cual se riega en terreno para el mejoramiento de las plantas.
Esta es la herramienta que se quiso mostrar a estas familias, con apoyo de la junta de acción local de la zona. Se construyó un prototipo de sanitario seco en una de las fincas del sector y durante cinco meses se hizo seguimiento a las variables de temperatura, volumen y densidad del residuo para evaluar la evolución del proceso de compostaje.
El compostaje cumplió con los estándares internacionales como el de la Farm Composting Handbook, en cuanto a pH, temperatura, contenido de cenizas y humedad. Sobre este último parámetro, por ejemplo, obtuvo un 47 %, cuando la norma habla de un intervalo entre 40 % y 65 %.
A la población se le realizó una encuesta sobre sus hábitos sanitarios y el tipo de abonos que manejan para los cultivos, entre los cuales la gallinaza, el estiércol de animal y los productos químicos fueron los más comunes. El grupo social valorado mostró actitudes favorables frente al sanitario seco, aunque en el acompañamiento mostró desconfianza sobre la manipulación de excrementos en el tratamiento.
“Existen algunas barreras de tipo social y cultural por el manejo del material sanitario, por eso, el desafío de las autoridades es tener en cuenta las ventajas de este método y la percepción de la gente así como hacer un acompañamiento a quienes se pueden beneficiar, antes de plantear alguna política pública”, concluye el profesor Juan Carlos García.
---------
Nota tomada de: http://agenciadenoticias.unal.edu.co